4. ¿Trotar? ¿Yo? ¡Ni pensarlo! (2a parte)
George Vandeman
Es interesante ver cómo hacen ejercicio los astronautas. E incidentemente, el propósito de esos ejercicios no es simplemente desarrollar músculos fuertes y un cuerpo sano que resista las pruebas. Los astronautas se enfrentan con uno de sus mayores desafíos en las desiciones de vida o muerte que deben realizar en una fracción de segundo. Deben ser capaces de pensar -y deben poder hacerlo con toda rapidez. Evidentemente, el ejercicio tiene mucho que ver con esta capacidad.
Hemos dicho que la práctica de trotar no es la única de hacer ejercicio. Pero es una forma que no requiere ni conocimientos ni equipos especiales. Está al alcance de todos. No cuesta nada, es rápida y entretenida. Podemos trotar en casa o al aire libre -con buen o mal tiempo-, en cualquier tiempo y lugar. Si usted no puede hacerlo de otro modo, hasta puede correr sin moverse de su sitio, en su propia sala, mientras mira televisión.
Correr no es la única forma de hacer ejercicio. Sin embargo algunas formas de ejercicio son mejores que otras. Ciertos exámenes científicos han demostrado que las mejores son correr, nadar, andar en bicicleta, caminar y correr sin moverse del lugar. La aptitud física que ayuda a prevenir ataques al corazón es la resistencia, es decir nuestra capacidad de hacer trabajos o ejercicios prolongados sin fatigarnos en exceso. Tiene poco que ver con la fuerza muscular o la agilidad. Más bien, depende de la salud del corazón y los pulmones y del sistema cardiovascular entero.
Y la clave del problema es el oxígeno. Al menos como eso es lo que nos dicen hombres como el doctor Kennet Cooper. El doctor Cooper es el médico que pasó varios años perfeccionando el problema de aptitud física que usa en la actualidad la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, programa que se encuentra entre los más excelentes que se hayan desarrollado jamás, y que ha salvado muchas vidas. También es autor de los éxitos de librería titulados Aerobics y The New Aerobics. El doctor Cooper tuvo la amabilidad de aparecer conmigo en uno de mis programas de televisión.
Decíamos que la clave del problema es el oxígeno. Cualquier actividad requiere energía lo que comemos constituye el combustible, y la llama es el oxígeno.
Pero ahora se perfila el problema. El cuerpo puede almacenar sustancias nutritivas, pero no puede almacenar oxígeno. Debe reponerse la provisión constantemente. Lo ideal es suplir todos los rincones con suficiente oxígeno -todas las zonas pequeñas, escondidas e infinitesimales del organismo en las cuales se almacena el alimento-, con el fin de que oxígeno y alimento se combinen para producir suficiente energía.
Esto es lo que separa a los hombres y a los niños, dice el doctor Cooper, ya que en ciertos cuerpos el mecanismo para llevar oxígeno es tan débil y limitado en sus recursos, que las demandas de energía sobrepasan la capacidad que tiene el cuerpo de producirla. La mayor parte de nosotros podemos producir suficiente energía como para estar sentados en una silla, pero cuando la actividad es más vigorosa, algunos no podemos soportarla.
Los síntomas clínicos que causan la inactividad son alarmantes. Cuerpo que no se usa, se deteriora. Los pulmones se vuelven ineficaces, el corazón se debilita, los vasos sanguíneos pierden su elasticidad, los músculos pierden su tono, y el cuerpo se debilita en forma general, con lo cual se vuelve susceptible contraer enfermedades. Literalmente, el sistema de transporte de oxígeno se encoge.
Y desde luego si a la felonía de mantenerse inactivo usted le agrega el consumo de dos paquetes de cigarrillos por día y la costumbre de comer todo lo que se le pone por delante , entonces, dice el doctor Cooper, el único consejo que puedo darle es que no deje de pagar las cuotas de su seguro de vida, si es que hay alguna compañía que quiera arriesgarse a extenderle una póliza.