miércoles, 8 de julio de 2015

2. La Tensión Puede Matar (3a parte)

2. La Tensión Puede Matar (3a parte)
George Vandeman

   Pero volvamos al piloto del avión. Mientras se halla en vuelo no puede aumentar su provisión de combustible. Tampoco puede cambiar la resistencia a la tensión de diversas partes del avión, mientras va volando. lo mismo sucede en el caso del hombre, una vez que comienza el vuelo de la vida. Hay dos cosas que no pueden cambiar. Nace con cierta cantidad de combustible, cierta provisión de fuerza vital. No puede añadirle nada. Tampoco puede controlar el nivel de tolerancia de su cuerpo y su mente. tan sólo puede reconocerlos, y vivir de acuerdo con ellos. Lo único que puede hacer es ajustar las respuestas de su organismo al stress.
    Hemos de recordar que el cuerpo realiza ciertos ajustes automáticos ante el stress. Este es una parte de la vida. Hemos sido equipados para hacerle frente. Todo ser humano tiene un "amortiguador de stress" que el Creador le ha dado. Y éste debe ser usado.
   El stress es normal. también es normal responder a su estímulo. No hay nada de malo si ocasionalmente el cuerpo o la mente se alistan para soportar cierto stress imprevisto. Pero si ese estado de alerta, ese flujo extra de adrenalina, es demasiado constante, entonces se vuelve dañino.
   Por ejemplo, si caminamos por la selva y una fiera se abalanza sobre nosotros, en ese momento tendremos la capacidad de ver con mayor claridad, de correr más rápido y de saltar más lejos que en ningún otro momento. Esa es la respuesta automática del cuerpo ante la emergencia.
   Pero si una fiera nos estuviera persiguiendo continuamente, ¡entonces nos veríamos en graves dificultades!
     Es posible que estés pensando: "Sr. Vandeman, las fieras me persiguen todo el tiempo. Usted ha descrito perfectamente mi situación. ¿Pero qué puedo hacer para remediarlo?"
    Es cierto que que siempre es más fácil describir que prescribir. La psicología moderna ha aprendido ésta lección. Pero a través de los años he descubierto algunas formas excelentes de combatir la tensión y el stress, y me gustaría compartírtelas.
   En primer lugar, si estamos sometidos a un esfuerzo general excesivo, si la mente y el cuerpo se hallan igualmente agotados, en los casos en que la tensión se halla distribuida en forma uniforme, la solución es el descanso. Pero si la presión se halla localizada en una sola parte del organismo, la respuesta es la distracción o variación
   Por ejemplo, el remedio para la mente cansada no es el descanso sino la variación. La fatiga mental debe ser aliviada por el ejercicio y el cambio de actividad. Debe existir equilibrio entre la actividad física y la mental, entre la mente y el músculo, entre los nervios del movimiento y los nervios de la emoción.
   Ahora bien, otra cosa. Me pregunto si tu te sentirías escandalizado si te sugiriera que a veces la reacción defectuosa frente al stress tiene sus raíces en cierto egoísmo básico interior. Todos tenemos que combatirlo. Pero, ¿sabías que la Biblia prescribe el remedio perfecto para la inquietud y la irritabilidad que padece la persona cuya vida está centrada en sí misma?
    "¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?" (Isaías 58:6, 7).
    Escuchemos ahora lo que dice el versículo 8: "Entonces sí, amanecerá, como el alba, tu luz, y brotará repentinamente el remedio de tu mal" (Isaías 58:8, MV).
    Brotará repentinamente el remedio de tu mal. ¡Promesa magnífica! ¡Fantástica! Incontables hombres y mujeres han encontrado salud y paz mental cuando han dedicado su atención a ayudar a otros. No hay influencia más sanadora que la fuente de abnegación que fluye desde nuestro interior.
   ¡Sin esa influencia, perdemos mucho! Nos lanzamos en medio del torbellino de la vida con abandono tal que pronto perdemos hasta la última gota de nuestra fortaleza física y espiritual. Clavamos nuestra vista en un resplandeciente objetivo de éxito material. Pero cuando lo alcanzamos -si es que lo hacemos-, encontramos que la prueba de nuestro éxito es una úlcera estomacal o una trombosis. El stress ha cobrado su cuota. Y no tenía por qué suceder así. Jesús dijo: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas os serán añadidas" (S. Mateo 6:33).

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