jueves, 9 de julio de 2015

3. Postrados por la Fatiga (1a parte)

3. Postrados por la Fatiga (1a parte)
George Vandeman
     Hace algunos años se publicó un libro que alcanzó gran circulación, llamado Cómo evitar el cansancio. Se vendió a ritmo fenomenal, debido a que en el mundo hay millones de personas que se sienten cansadas.
    He descubierto que en dondequiera que decida hablar acerca de cómo evitar el cansancio, no necesito los servicios de una agencia publicitaria para reunir una multitud. ¡Todo el mundo se siente cansado!
    Cansados, al borde de la postración. ¡Y con sólo una cuerda de la cual echar mano!
    Hemos dicho que todo ser humano comienza la vida con cierta reserva de fuerza vital, de energía. Una vez que ésta se termina, no puede ser reemplazada.
   Mucha gente usa ésta vitalidad, luego procura restaurarla echando mano de reservas superficiales, y se engaña pensando que el descanso ha suplido la pérdida. Por el contrario, siempre que echamos mano de las reservas profundas de fuerza vital, dejamos allí una cicatriz. En alguna parte del organismo las defensas se están desgastando. El cuerpo no es más fuerte que su componente más débil. ¡Y algún día, tal como la cuerda del monasterio portugués, su resistencia se romperá!
    No se puede negar que los seres humanos de nuestros días se hallan atrapados bajo la garra de la tensión nerviosa, el torbellino de los compromisos sociales, la urgencia de acomodarse a la costumbre; en fin, los ata una cadena interminable de presiones que parecen estar eternamente fuera de su control. ¡Respiramos ansiedad y tensión!
    Sin embargo, hay millones de personas que se mantinen despiertas y activas, y que procuran resolver sus problemas que crecen sin cesar, usando píldoras multicolores. No hacen caso de la luz roja que enciende ante ellos la naturaleza, y continúan precipitándose ciegamente hacia adelante.
    Ha de saber usted que la fatiga es la forma en que la naturaleza nos avisa que nuestra energía vital se está agotando. Pero la gente ignora el aviso, coloca una moneda en su caja de fusibles quemados de nuestro organismo, le enseña a nuestro sistema nervioso a mentir!
    ¡Cansados, fatigados, al borde de la postración! ¿No será tiempo de preguntarnos qué hace que uno se sienta cansado?
    Desde luego, la noción de que es posible vivir sin sentirse nunca cansado, necesita explicación. Existe un cansancio natural y normal que proviene del trabajo físico -un cansancio que se puede contrarrestar sin dificultades con una buena noche de descanso. Pero también existe cierta fatiga que no puede solucionarse con tanta facilidad, la cual nos obliga a usar nuestras reservas de fuerza vital. Esta es la clase de fatiga que nos preocupa. Esta es la fatiga que no debiera existir.
    ¿Qué hace, entonces, que una persona se sienta crónicamente cansada? ¿Qué es lo que hace que el individuo quiera poder detenerse como un reloj sin cuerda? ¿Se ha sentido usted así alguna vez? ¿Qué hace que ciertas personas sientan alguna especie de nostalgia por la vida futura, y se la imaginen como un descanso interminable e ininterrumpido?
    Mi Biblia no pinta la vida futura como una existencia de ociosidad perpetua. Ni tampoco creo, estimado amigo, que la suya lo haga. Escuche la declaración siguiente: "Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán" (Isaías 40:31). ¿Qué escogería usted, descanso, o fortaleza renovada? ¿Descanso o nueva energía?

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