lunes, 20 de julio de 2015

3. Postrados por la Fatiga (2a parte)

3. Postrados por la Fatiga (2a parte)
GEORGE VANDEMAN
    He descubierto que ciertas citas bíblicas tienen más de una aplicación. Aquí se describe la vida futura. ¿Pero no es cierto que, aun en esta vida, los que corren no se cansan tanto, y los que caminan no se fatigan?
    Alguien dirá: "Sñor Vandeman, estoy cansado. ¿Quiere usted decir que la forma en que puedo descansar es salir a caminar o a correr?"
    Eso es exactamente lo que nos dirán los que caminan y corren. Son los que se dedican en forma regular a correr, a trotar o a caminar, los que no se cansan con tanta facilidad. Efectivamente, el descanso excesivo produce fatiga. El descanso excesivo acumula fatiga, la cual se vuelve crónica.
    La verdad es que no hemos sido proyectados para la inactividad. En el universo de Dios, todo se encuentra en movimiento constante. Las leyes de la naturaleza, las leyes de la física, y las leyes del espacio, son leyes de acción.
    Las estrellas y los soles se mueven raudos en sus órbitas perpetuas. La tierra gira mientras se traslada alrededor del sol. Los ríos corren hacia el mar. El mar estrella sus ondas contra las costas. La savia corre por los troncos de los árboles. Las hojas aparecen. Los capullos se abren. El pasto crece. Las flores desdoblan sus pétalos en toda su delicada belleza.
    Todo en el universo se halla activo, vibrante, vivo. Hasta los átomos se hallan en movimiento constante, en sus prisiones de madera o acero. ¿Por qué habrían de permanecer ociosos los hombres? ¿Por qué habrían de codiciar un estado de inactividad que obliga a la sangre a correr con lentitud por las venas y hace que los músculos disminuyan en tamaño y fortaleza?
     La inactividad produce cansancio. Cierta amiga mía me contó que había estado en el hospital con escarlatina en su adolescencia. Vió cuán débiles quedaban los otros pacientes después de pasar tres semanas en cama, y decidió que eso no le sucedería a ella. De modo que cada noche, después de que apagaban las luces, ella se incorporaba en su lecho y hacía una variedad de ejercicios suaves. Cuando, después de tres semanas, se le permitió levantarse por primera vez, se deslizó fuera de su lecho y para consternación de su médico, jugó un vigoroso partido de ping-pong, sin dar señales de fatiga.
    No le recomiendo ese plan a usted. Podría ser arriesgado. Pero el incidente prueba la verdad de nuestra afirmación. La falta de ejercicio produce cansancio.
    También las drogas producen cansancio- las que tomamos para que nos estimulen, para que nos ayuden a permanecer en actividad, a continuar esforzándonos cuando debiéramos detenernos. Drogas tales como la cafeína en el café, el té y las bebidas a base de cola. Y desde luego las píldoras estimulantes.
    Alguien dirá: "Pero Señor Vandeman, casi todo el mundo usa alguna de estas sustancias".
    Sí. Pero se ha demostrado con toda claridad, que tarde o temprano los estimulantes nos traicionan, ya que invariablemente en el organismo se producen reacciones a su uso. A la excitación sigue la depresión. El sistema nervioso, excitado indebidamente, extrae energía de las reservas vitales. A esta vigorización temporal sigue la depresión. En la misma proporción en que los estimulantes vigorizan el organismo en forma provisoria, se produce también la depresión correspondiente.
    Las píldoras estimulantes pueden parecer muy inocentes. En el primer momento pueden dar la impresión de que son milagrosas. Pero tarde o temprano estas muletas químicas nos producen tropiezos. Y desde luego, en el caso de muchas de ellas -hasta con el café-, existe el peligro de que formen hábito, y aun que produzcan cierta forma de adicción.
     ¿Adictos al café? ¿Adictos a las bebidas a base de cola? ¿Píldoras estimulantes? ¡Vale la pena analizar la situación!

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