miércoles, 12 de agosto de 2015

4. ¿Trotar? ¿Yo? ¡Ni pensarlo! (2a parte)

4. ¿Trotar? ¿Yo? ¡Ni pensarlo! (2a parte)
George Vandeman
    Es interesante ver cómo hacen ejercicio los astronautas. E incidentemente, el propósito de esos ejercicios no es simplemente desarrollar músculos fuertes y un cuerpo sano que resista las pruebas. Los astronautas se enfrentan con uno de sus mayores desafíos en las desiciones de vida o muerte que deben realizar en una fracción de segundo. Deben ser capaces de pensar -y deben poder hacerlo con toda rapidez. Evidentemente, el ejercicio tiene mucho que ver con esta capacidad.
    Hemos dicho que la práctica de trotar no es la única de hacer ejercicio. Pero es una forma que no requiere ni conocimientos ni equipos especiales. Está al alcance de todos. No cuesta nada, es rápida y entretenida. Podemos trotar en casa o al aire libre -con buen o mal tiempo-, en cualquier tiempo y lugar. Si usted no puede hacerlo de otro modo, hasta puede correr sin moverse de su sitio, en su propia sala, mientras mira televisión.
    Correr no es la única forma de hacer ejercicio. Sin embargo algunas formas de ejercicio son mejores que otras. Ciertos exámenes científicos han demostrado que las mejores son correr, nadar, andar en bicicleta, caminar y correr sin moverse del lugar. La aptitud física que ayuda a prevenir ataques al corazón es la resistencia, es decir nuestra capacidad de hacer trabajos o ejercicios prolongados sin fatigarnos en exceso. Tiene poco que ver con la fuerza muscular o la agilidad. Más bien, depende de la salud del corazón y los pulmones y del sistema cardiovascular entero.
     Y la clave del problema es el oxígeno. Al menos como eso es lo que nos dicen hombres como el doctor Kennet Cooper. El doctor Cooper es el médico que pasó varios años perfeccionando el problema de aptitud física que usa en la actualidad la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, programa que se encuentra entre los más excelentes que se hayan desarrollado jamás, y que ha salvado muchas vidas. También es autor de los éxitos de librería titulados Aerobics y The New Aerobics. El doctor Cooper tuvo la amabilidad de aparecer conmigo en uno de mis programas de televisión.
    Decíamos que la clave del problema es el oxígeno. Cualquier actividad requiere energía lo que comemos constituye el combustible, y la llama es el oxígeno. 
    Pero ahora se perfila el problema. El cuerpo puede almacenar sustancias nutritivas, pero no puede almacenar oxígeno. Debe reponerse la provisión constantemente. Lo ideal es suplir todos los rincones con suficiente oxígeno -todas las zonas pequeñas, escondidas e infinitesimales del organismo en las cuales se almacena el alimento-, con el fin de que oxígeno y alimento se combinen para producir suficiente energía. 
    Esto es lo que separa a los hombres y a los niños, dice el doctor Cooper, ya que en ciertos cuerpos el mecanismo para llevar oxígeno es tan débil y limitado en sus recursos, que las demandas de energía sobrepasan la capacidad que tiene el cuerpo de producirla. La mayor parte de nosotros podemos producir suficiente energía como para estar sentados en una silla, pero cuando la actividad es más vigorosa, algunos no podemos soportarla. 
    Los síntomas clínicos que causan la inactividad son alarmantes. Cuerpo que no se usa, se deteriora. Los pulmones se vuelven ineficaces, el corazón se debilita, los vasos sanguíneos pierden su elasticidad, los músculos pierden su tono, y el cuerpo se debilita en forma general, con lo cual se vuelve susceptible contraer enfermedades. Literalmente, el sistema de transporte de oxígeno se encoge.
    Y desde luego si a la felonía de mantenerse inactivo usted le agrega el consumo de dos paquetes de cigarrillos por día y la costumbre de comer todo lo que se le pone por delante , entonces, dice el doctor Cooper, el único consejo que puedo darle es que no deje de pagar las cuotas de su seguro de vida, si es que hay alguna compañía que quiera arriesgarse a extenderle una póliza.

martes, 11 de agosto de 2015

4. ¿Trotar? ¿Yo? ¡Ni pensarlo! (1a parte)

4. ¿Trotar? ¿Yo? ¡Ni pensarlo! (1a parte)
George Vandeman
    Por todas partes hay hombres y mujeres que están corriendo por sus vidas.
 ¿Qué ha causado el susto? Demasiados hombres de negocios que se caen muertos. Demasiados ataques cardiacos, que no se limitan a personas de más de sesenta o setenta años, sino que descienden con rapidez alarmante hacia los de cincuenta, cuarenta y hasta de treinta años.
    Hay un número excesivo de personas que aparentemente se hallan en perfecto estado de salud, pero se sienten medio muertas.
    Posiblemente lo estén. El cuerpo humano puede dar señales de  que la enfermedad se presente. A veces todo lo que se necesita para causar otra víctima, es una chispa. Y es necesario hacer algo antes de que sea demasiado tarde. Si el lector cree que exagero, lea las columnas de los periódicos dedicadas a las defunciones -si se atreve. ¡Si tiene más de cuarenta años, va a pasar un gran susto!
    Sin embargo, la buena noticia es que, al mismo tiempo que los ataques al corazón y las embolias aumentan, también aumenta la gente que ha adoptado el hábito de trotar, como forma excelente de ejercicio. Y hasta ahora, el trote gana -cuando se le da la oportunidad.
    Dicen que todo el mundo trota. ¿Pero usted? ¿Usted, salir a desafiar el viento matinal, camisa afuera y codos al aire? ¿Usted? ¡Ni pensarlo!
    Pero la costumbre de trotar se esparce con gran rapidez. Hombres y mujeres que se sentían sin energía ni vitalidad contemplan cómo su mundo cobra vida a medida que se dedican a descubrir las delicias del trote. Encuentran que los individuos fisicamente ineptos adquieren aptitud física, que algunas de las señales del avance de la edad pueden desaparecer, que una vida hasta ahora aburridora puede convertirse en una aventura. Y latiendo a ritmo del nuevo paso se encuentra un corazón rejuvenecido. 
    Sí, la medicina preventiva esté llegando a la adultez. Y la costumbre de trotar -no como resultado de una moda pasajera, sino fundamentada en investigaciones médicas y experimentos serios, está ayudando a detener la ola de muertes prematuras.

    La inactividad, las piernas cansadas, los nervios estirados como cuerdas de violín, el consumo excesivo de alimentos y la falta de motivación -en resumen, un grado demasiado alto de civilización- casi habían ganado la batalla. Pero ahora hay por todas partes hombres y mujeres que se han dedicado a trotar, y que ven cómo disminuye en ellos la tensión, disminuye la presión sanguínea, dismunuye el pulso, disminuyen los niveles de colesterol en sangre, disminuye el peso, disminuye la fatiga, disminuyen los resfríos, disminuyen los ataques cardíacos y las embolias -y aumenta la alegría de vivir.
     Es evidente que deben haber acertado en algo.
     Ahora bien, no deseo que se me comprenda mal. No es necesario trotar. El trote no es la única forma de mejorar nuestra condición física. Algunas personas prefieren otras formas de ejercicio. Personalmente, me dedico a trotar todas las mañanas. Posiblemente por esto sea que le tengo un cariño especial a esa práctica.
    También el ciclismo es un ejercicio excelente. El doctor paul Dudley White, famoso especialista del corazón, dice: "Me gustaría hacer que todo el mundo usara bicicletas... No solamente de vez en cuando, sino en forma regular, como una costumbre. Ese sería un medio excelente de evitar las enfermedades del corazón".
    Y no nos olvidemos de la natación, porque es una de lasformas más agradables y divertidas de impedir la sutil erosión de nuestra energía.
    también las caminatas -a buen paso- son difíciles de superar. De hecho, ciertas autoridades las colocan en primer lugar. Desde luego, si han de ser efectivas, requieren más tiempo que las otras actividades.

lunes, 10 de agosto de 2015

3. Postrados por la Fatiga (4a Parte)

3. Postrados por la Fatiga (4a Parte)
George Vandeman

     Dediquémonos ahora a la mente. La depresión produce cansancio.  Es probable que más casos de fatiga se deban a la depresión que ninguna otra causa. Y la tristeza produce cansancio. La ansiedad también nos hace sentir cansados. El descontento, la desconfianza, las preocupaciones, el temor, el dolor, los problemas en el hogar- todo esto quebranta nuestra energía vital e invita no sólo fatiga sino también enfermedad y muerte.
    Por otra parte, la fuerza contagiosa del valor, la esperanza y la fe ayuda a promover la salud y prolonga la vida. Dijo el sabio: "El corazón alegre constituye buen remedio" (Proverbios 17:22).
     Nos causa sorpresa comprobar que la ira y el odio producen cansancio. Pero el amor renueva. El amor rejuvenece. El amor sana. Y todo el organismo siente el toque de una nueva vitalidad. Cierto escritor que merece toda mi confianza, declaró:
     "El amor que Cristo difunde por todo el ser es una fuerza vitalizadora. Todo órgano vital -el cerebro, el corazón, los nervios- sana a su toque. Por su intermediario se activan las más altas energías del ser. Libera el alma de culpa y tristeza, ansiedades y cuidados que aplastan las fuerzas vitales. Lo acompañan la serenidad y la calma. Implanta en el alma una energía que ningún elemento terrenal puede destruir".
    Jesús aconsejó: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". ¿Será entonces que estas palabras no son tanto un mandamiento como una receta? ¿Será entonces la alternativa: ama, o perece?
    Sí, la culpabilidad nos cansa. La culpa aplasta las fuerzas vitales. Desequilibra la mente. Más de una mente ha sido impulsada a la locura por las incisivas y repetidas acusaciones de la conciencia. La culpa, si es ignorada durante mucho tiempo, envenenará las fuentes de la vida. La culpabilidad puede ser mortal.
    Se muy bien que Sigmund Freud, a pesar de su calidad de pionero de las ciencias mentales, declaró en cierta ocasión que Dios había hecho un trabajo descuidado al hacer la conciencia. Vio por todas partes los efectos desoladores de la culpabilidad, y no comprendió. Procuró sanar la fiebre echando el termómetro a la basura. De la misma manera, muchos seguidores de Freud han procurado sanar la culpabilidad haciendo que el individuo ignore su conciencia, transformando ésta en un "chivo emisario" para las enfermedades de los hombres.
     Pero no es tan difícil deshacerse de la culpabilidad. No es posible aquietar la conciencia con tanta facilidad. El resultado de procurar hacerlo son graves conflictos interiores.

    La culpabilidad cansa. pero el Salvador declara: "Yo tampoco te condeno: anda y no peques más". Y este hecho modifica completamente el panorama.
    ¡Descanso! ¿Quién no lo necesita en los tiempos que corren? Y podemos obtenerlo. Nuestro Señor dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" ( S. Mateo 11:28-30).
     Amigo, creo sinceramente que esas palabras constituyen una receta que tiene poder para tocar y transformar todo problema físico, mental y espiritual que conozcan los seres humanos. Pueden parecer demasiado simples como para ser efectivas. Sin embargo, hasta ahora nunca han fallado.
    Quizás preguntarás: "Sr. Vandeman, deseo más que nada en el mundo obtener ese descanso y esa paz mental. ¿Cómo puedo lograrlos?"
      No es ni difícil ni profundo. Está el alcance de todo ser humano. Renuncie a toda tensión. Quite toda barrera.Y permita que el Salvador lo sane.
     Y Jesús así lo hará. Hasta en un mundo como éste podrás encontrar descanso. Gracias al poder perdonador, limpiador y sanador de Cristo, es posible vivir en una fortaleza de perfecta paz. Puedes colocar tu culpabilidad, tu egoísmo, tus temores y todo lo que agote tu mente, al pie de la cruz y puedes dejarlos allí para siempre. Hazlo poniéndote de rodillas, a solas, y contando a Jesús todo lo que te preocupa, con palabras sencillas, así como si hablaras con un amigo. el escuchará tu pedido y te proporcionará la paz que buscas.

lunes, 20 de julio de 2015

3. Postrados por la Fatiga (3a parte)

3. Postrados por la Fatiga (3a parte)
GEORGE VANDEMAN
    Alguien pensará: "¡Pero yo necesito un estimulante! Necesito la energía adicional que provee. Sin él no puedo funcionar".
    Sí, ¿pero sabía usted que hay estimulantes muy efectivos que no tienen ningún efecto posterior depresivo? Desde luego, no los encontraremos en la farmacia.
    Por ejemplo, pruebe a darse un baño caliente de lluvia en la mañana, seguido por uno completamente frío.
    Hace algún tiempo, me encontraba al en una de las ciudades del este de los Estados Unidos, dando una serie de conferencias, y cierta noche hablé acerca de este tema, e hice énfasis en el baño de lluvia frío. Durante la reunión de la noche siguiente, me fue enviada esta nota:
    "Estimado Señor Vandeman: Esta mañana mi esposo me dijo: 'Si oyes un aullido y ves un cuerpo azul que sale disparado de la casa, no te alarmes porque ése voy a ser yo. Me voy a dar uno de esos baños fríos'. Bueno, así lo hizo, y no he sido capaz de hacer ninguna cosa a la par de él en todo el día. Tendré que tomar un baño frío yo también, para poder alcanzarlo. ¡Me alegro de que usted no haya continuado haciéndole propaganda al baño frío!"
    ¡Evidentemente, se me olvidó sugerir que comenzara con un baño caliente!
    Sí, si usted desea un estimulante, pruebe a darse un breve baño frío de lluvia. Y luego, escoja entre los siguientes ejercicios: el trote, el ciclismo o las caminatas. Son los mejores de todos. O bien, trabaje en el jardían o haga ejercicios al aire libre. Lo que usted quiera. Todas éstas actividades son gratuitas, y cada una de ellas constituye un estimulante, sin efectos secundarios. Quitarán sin falta las telarañas de nuestra mente, y harán que nuestro paso sea elástico. ¿Dije que no habría efectos secundarios? Bueno, es probable que al principio los músculos se sientan un poco adoloridos.
    Ahora bien, ¿es posible que un régimen alimentario inadecuado produzca cansancio?
    Digámoslo de otro modo: ¿disminuye la fatiga un régimen alimentario adecuado? Yo creo que sí. Pero más adelante volveremos a referirnos a esto. Me propongo describir a un grupo de personas que se hallan casi totalmente desprovistas de fatiga -y explicar qué es lo que comen.

3. Postrados por la Fatiga (2a parte)

3. Postrados por la Fatiga (2a parte)
GEORGE VANDEMAN
    He descubierto que ciertas citas bíblicas tienen más de una aplicación. Aquí se describe la vida futura. ¿Pero no es cierto que, aun en esta vida, los que corren no se cansan tanto, y los que caminan no se fatigan?
    Alguien dirá: "Sñor Vandeman, estoy cansado. ¿Quiere usted decir que la forma en que puedo descansar es salir a caminar o a correr?"
    Eso es exactamente lo que nos dirán los que caminan y corren. Son los que se dedican en forma regular a correr, a trotar o a caminar, los que no se cansan con tanta facilidad. Efectivamente, el descanso excesivo produce fatiga. El descanso excesivo acumula fatiga, la cual se vuelve crónica.
    La verdad es que no hemos sido proyectados para la inactividad. En el universo de Dios, todo se encuentra en movimiento constante. Las leyes de la naturaleza, las leyes de la física, y las leyes del espacio, son leyes de acción.
    Las estrellas y los soles se mueven raudos en sus órbitas perpetuas. La tierra gira mientras se traslada alrededor del sol. Los ríos corren hacia el mar. El mar estrella sus ondas contra las costas. La savia corre por los troncos de los árboles. Las hojas aparecen. Los capullos se abren. El pasto crece. Las flores desdoblan sus pétalos en toda su delicada belleza.
    Todo en el universo se halla activo, vibrante, vivo. Hasta los átomos se hallan en movimiento constante, en sus prisiones de madera o acero. ¿Por qué habrían de permanecer ociosos los hombres? ¿Por qué habrían de codiciar un estado de inactividad que obliga a la sangre a correr con lentitud por las venas y hace que los músculos disminuyan en tamaño y fortaleza?
     La inactividad produce cansancio. Cierta amiga mía me contó que había estado en el hospital con escarlatina en su adolescencia. Vió cuán débiles quedaban los otros pacientes después de pasar tres semanas en cama, y decidió que eso no le sucedería a ella. De modo que cada noche, después de que apagaban las luces, ella se incorporaba en su lecho y hacía una variedad de ejercicios suaves. Cuando, después de tres semanas, se le permitió levantarse por primera vez, se deslizó fuera de su lecho y para consternación de su médico, jugó un vigoroso partido de ping-pong, sin dar señales de fatiga.
    No le recomiendo ese plan a usted. Podría ser arriesgado. Pero el incidente prueba la verdad de nuestra afirmación. La falta de ejercicio produce cansancio.
    También las drogas producen cansancio- las que tomamos para que nos estimulen, para que nos ayuden a permanecer en actividad, a continuar esforzándonos cuando debiéramos detenernos. Drogas tales como la cafeína en el café, el té y las bebidas a base de cola. Y desde luego las píldoras estimulantes.
    Alguien dirá: "Pero Señor Vandeman, casi todo el mundo usa alguna de estas sustancias".
    Sí. Pero se ha demostrado con toda claridad, que tarde o temprano los estimulantes nos traicionan, ya que invariablemente en el organismo se producen reacciones a su uso. A la excitación sigue la depresión. El sistema nervioso, excitado indebidamente, extrae energía de las reservas vitales. A esta vigorización temporal sigue la depresión. En la misma proporción en que los estimulantes vigorizan el organismo en forma provisoria, se produce también la depresión correspondiente.
    Las píldoras estimulantes pueden parecer muy inocentes. En el primer momento pueden dar la impresión de que son milagrosas. Pero tarde o temprano estas muletas químicas nos producen tropiezos. Y desde luego, en el caso de muchas de ellas -hasta con el café-, existe el peligro de que formen hábito, y aun que produzcan cierta forma de adicción.
     ¿Adictos al café? ¿Adictos a las bebidas a base de cola? ¿Píldoras estimulantes? ¡Vale la pena analizar la situación!

jueves, 9 de julio de 2015

3. Postrados por la Fatiga (1a parte)

3. Postrados por la Fatiga (1a parte)
George Vandeman
     Hace algunos años se publicó un libro que alcanzó gran circulación, llamado Cómo evitar el cansancio. Se vendió a ritmo fenomenal, debido a que en el mundo hay millones de personas que se sienten cansadas.
    He descubierto que en dondequiera que decida hablar acerca de cómo evitar el cansancio, no necesito los servicios de una agencia publicitaria para reunir una multitud. ¡Todo el mundo se siente cansado!
    Cansados, al borde de la postración. ¡Y con sólo una cuerda de la cual echar mano!
    Hemos dicho que todo ser humano comienza la vida con cierta reserva de fuerza vital, de energía. Una vez que ésta se termina, no puede ser reemplazada.
   Mucha gente usa ésta vitalidad, luego procura restaurarla echando mano de reservas superficiales, y se engaña pensando que el descanso ha suplido la pérdida. Por el contrario, siempre que echamos mano de las reservas profundas de fuerza vital, dejamos allí una cicatriz. En alguna parte del organismo las defensas se están desgastando. El cuerpo no es más fuerte que su componente más débil. ¡Y algún día, tal como la cuerda del monasterio portugués, su resistencia se romperá!
    No se puede negar que los seres humanos de nuestros días se hallan atrapados bajo la garra de la tensión nerviosa, el torbellino de los compromisos sociales, la urgencia de acomodarse a la costumbre; en fin, los ata una cadena interminable de presiones que parecen estar eternamente fuera de su control. ¡Respiramos ansiedad y tensión!
    Sin embargo, hay millones de personas que se mantinen despiertas y activas, y que procuran resolver sus problemas que crecen sin cesar, usando píldoras multicolores. No hacen caso de la luz roja que enciende ante ellos la naturaleza, y continúan precipitándose ciegamente hacia adelante.
    Ha de saber usted que la fatiga es la forma en que la naturaleza nos avisa que nuestra energía vital se está agotando. Pero la gente ignora el aviso, coloca una moneda en su caja de fusibles quemados de nuestro organismo, le enseña a nuestro sistema nervioso a mentir!
    ¡Cansados, fatigados, al borde de la postración! ¿No será tiempo de preguntarnos qué hace que uno se sienta cansado?
    Desde luego, la noción de que es posible vivir sin sentirse nunca cansado, necesita explicación. Existe un cansancio natural y normal que proviene del trabajo físico -un cansancio que se puede contrarrestar sin dificultades con una buena noche de descanso. Pero también existe cierta fatiga que no puede solucionarse con tanta facilidad, la cual nos obliga a usar nuestras reservas de fuerza vital. Esta es la clase de fatiga que nos preocupa. Esta es la fatiga que no debiera existir.
    ¿Qué hace, entonces, que una persona se sienta crónicamente cansada? ¿Qué es lo que hace que el individuo quiera poder detenerse como un reloj sin cuerda? ¿Se ha sentido usted así alguna vez? ¿Qué hace que ciertas personas sientan alguna especie de nostalgia por la vida futura, y se la imaginen como un descanso interminable e ininterrumpido?
    Mi Biblia no pinta la vida futura como una existencia de ociosidad perpetua. Ni tampoco creo, estimado amigo, que la suya lo haga. Escuche la declaración siguiente: "Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán" (Isaías 40:31). ¿Qué escogería usted, descanso, o fortaleza renovada? ¿Descanso o nueva energía?

miércoles, 8 de julio de 2015

2. La Tensión Puede Matar (4a parte)

2. La Tensión Puede Matar (4a parte)
George Vandeman
    Cada día que pasa se hace más profunda mi convicción de que nuestra reacción ante el stress es a menudo, si no invariablemente, dictada por la actitud interior, la filosofía básica de la vida que nos controla. ¿Qué consideramos importante? ¿Qué es lo que realmente vale la pena ante nuestros ojos? A nuestro modo de ver, ¿ante cuáles estímulos vale la pena reaccionar, y ante cuáles no?
    La ilustración siguiente expresa con claridad lo que quiero decir. Hace algunos años, Sidney Harris relató en el periódico Daily News, de Chicago, que en una cierta ocasión acompañó a un amigo suyo , cuáquero de religión, hasta cierto puesto de periódicos. El amigo compró un diario y le agradeció cortésmente al muchacho que lo atendía. Por toda respuesta recibió un gruñido.
    -Maneras solemnes las del muchacho, ¿verdad? -comentó el señor Harris.
    -Sí; así se porta todas las noches
    -Pero a pesar de todo, me di cuenta de que usted se portó especialmente cortés con él.
   Y el amigo cuáquero replicó:
    -¿Por qué habría de permitir que él decida la forma en que yo debo de actuar?
    ¡Qué filosofía! ¿Por qué habría de permitir yo que la gente -o las cosas- decidan cómo he de actuar, cómo he de reaccionar, cómo me voy a sentir -qué clase de día o de velada social voy a pasar? ¿Por qué habría yo de permitir que un conductor descortés -o una luz roja inanimada- eche a perder mi día? ¿Por qué habría de permitir que un extraño brusco -o un amigo atolondrado- (sin siquiera darse cuenta de ello, desde luego) eleve mi presión sanguínea o arruine mi viaje de placer?
    Vale la pena pensar en esto, ¿verdad? Es una idea digna de probar. ¿Será posible que el stress y la tensión puedan ceder ante un tratamiento tal?
    Algunos de nosotros generamos tensión a partir de las posibles catástrofes del mañana. Y a lo mejor hay buenas razones para preocuparnos. Puede ser que de veras se cierna una espada sobre el mundo. Quizás existe algún dedo pronto a deslizarse sobre un gatillo nuclear. Es posible que el futuro traiga una recesión económica. A lo mejor nuestro hijo Juan no pasará el examen. ¡Hasta es posible que lo suspendan!
    Pero la paz mental no depende de la tranquilidad del mar en que navegamos. La paz mental no es algo que logramos solamente al tenerla seguridad de que ninguno de esos temibles desastres se materializará. La paz mental no consiste en tener informes fidedignos de que ninguna bomba -literal o no- estallará. La paz mental verdadera radica en saber que la mano de Dios, esa mano que guía las raudas esferas en sus órbitas, sostiene también a éste mundo, y nos sostiene a nosotros.
    Catalina Marshall descubrió cómo aplicar estos conceptos en forma práctica a su vida personal, cuando dejó de darle instrucciones a Dios a cerca de qué hacer, y aprendió a orar lo que llamó la plegaria de la renuncia: "Señor, aceptaré cualquier cosa que tú desees hacer conmigo". 
    Job, el patriarca de antaño, había expresado lo mismo, miles de años antes que Catalina Marshall lo hiciera: "He aquí, aunque Él me matare, en Él esperaré".
   ¡La libertad de la tensión no consiste en navegar en aguas tranquilas, sino en poseer un alma serena, que ha puesto su confianza en Dios!