1.¿Vas a morir papá? (4a parte)
George Vandeman
Ahora bien, permíteme preguntarte lo siguiente: esta liberación maravillosa de toda enfermedad, ¿se debió enteramente a un milagro divino? ¿Constituyó simplemente una recompensa arbitraria? ¿O estuvieron los israelitas tan libres de enfermedades, a lo menos en parte, debido a la cuidadosa atención que dedicara la preservación de su ambiente?
Es evidente que hay mucho que podemos hacer con el fin de evitar la enfermedad y la muerte. Después de todo, no es una ruleta mística lo que controla nuestro destino. Tampoco lo hacen las estrellas. Por supuesto que tiene mucho que ver el asiento que ocupamos: si permanecemos demasiado tiempo sentados a una mesa recargada de alimentos, o si dedicamos mucho tiempo a descansar en nuestro sillón favorito en vez de salir a caminar, cultivar un jardín o construir un bote.
La hijita de Jaime Hampton, de cuatro años de edad, había estado mirando la televisión. De pronto miró a su papá cara a cara y le preguntó: "Papá, ¿tú también te vas a morir?"
Las niñitas de cuatro años pueden hacer preguntas muy inocentes, encantadores e irresistibles. ¡Si lo sabré yo!
Durante algunos momentos Jaime Hampton no supo qué contestar a su hija. No se debió esto a que él ignorase que todo padre debe hallarse preparado para explicar a sus hijos qué es la muerte. si bien esto es siempre difícil, él se hallaba listo para hacerlo. Podía explicar tan bien como cualquier otro padre o madre de familia, que todo ser humano debe morir algún día. Al fin y al cabo éste es uno de los hechos invariables de la vida; es posible que nunca se lo halla comprendido, pero de todos modos se lo acepta.
Pero esta situación era diferente. La verdad es que había algo más que la muchachita dijo. Dos palabras. La pregunta completa que formuló la niña fue así: "Papá, ¿tu también te vas a morir por fumar?"
Eso era diferente. El padre se sintió avergonzado. Había algo que él podía hacer para evitar esa clase de muerte.
Otros muchachitos de cuatro años, en otras circunstancias, podrían hacer la siguiente pregunta, igualmente embarazosa: "¿Tu también te vas a morir por exceso de peso?"
O cuando crecen un poco, podrían preguntarse en silencio:"¿Te iras a morir de tensión?" "¿Te matará la inactividad?"
Las lecturas, estimado amigo, que tienes ante tus ojos, no tratan a cerca de la muerte. No son lecturas que describan lo que le sucede a la gente cuando muere. Más bien, su propósito es ayudarte a postergar el día en que tu cuerpo se corte, el día en el que tu esposo o esposa enviudezca.
¡Y mientras tanto- te lo prometo-, tu vida será mucho más estimulante, significativa y agradable!