Alguna
vez un predicador dijo: Dios NO nos
ayuda a hacer las cosas.
¿Cómo? -
Alguien molesto pensó – Dios siempre me ayuda a hacer todo.
Supongamos
que tenemos que levantar una pesa de aproximadamente 750 kg. ¿Podríamos
cargarla? No, seguramente no podríamos. Pero qué te parece si llamamos a un
medallista olímpico para que la levante y ya cuando la levante sólo colocamos
nuestra mano para indicar que efectivamente nosotros la levantamos. ¿Realmente
lo hicimos? No, tampoco es así.
Esto es
lo que pasa con Dios. Después el predicador explicó que Dios no nos ayuda a
hacer las cosas sino que él las hace de principio a fin y somos nosotros los
medios por el cual él realiza su obra.
Nuestro
Padre celestial no exige ni más ni menos que aquello que él nos ha dado la
capacidad de efectuar. Todo lo que él exige de nosotros podemos cumplirlo
mediante la gracia divina.
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