miércoles, 12 de agosto de 2015

4. ¿Trotar? ¿Yo? ¡Ni pensarlo! (2a parte)

4. ¿Trotar? ¿Yo? ¡Ni pensarlo! (2a parte)
George Vandeman
    Es interesante ver cómo hacen ejercicio los astronautas. E incidentemente, el propósito de esos ejercicios no es simplemente desarrollar músculos fuertes y un cuerpo sano que resista las pruebas. Los astronautas se enfrentan con uno de sus mayores desafíos en las desiciones de vida o muerte que deben realizar en una fracción de segundo. Deben ser capaces de pensar -y deben poder hacerlo con toda rapidez. Evidentemente, el ejercicio tiene mucho que ver con esta capacidad.
    Hemos dicho que la práctica de trotar no es la única de hacer ejercicio. Pero es una forma que no requiere ni conocimientos ni equipos especiales. Está al alcance de todos. No cuesta nada, es rápida y entretenida. Podemos trotar en casa o al aire libre -con buen o mal tiempo-, en cualquier tiempo y lugar. Si usted no puede hacerlo de otro modo, hasta puede correr sin moverse de su sitio, en su propia sala, mientras mira televisión.
    Correr no es la única forma de hacer ejercicio. Sin embargo algunas formas de ejercicio son mejores que otras. Ciertos exámenes científicos han demostrado que las mejores son correr, nadar, andar en bicicleta, caminar y correr sin moverse del lugar. La aptitud física que ayuda a prevenir ataques al corazón es la resistencia, es decir nuestra capacidad de hacer trabajos o ejercicios prolongados sin fatigarnos en exceso. Tiene poco que ver con la fuerza muscular o la agilidad. Más bien, depende de la salud del corazón y los pulmones y del sistema cardiovascular entero.
     Y la clave del problema es el oxígeno. Al menos como eso es lo que nos dicen hombres como el doctor Kennet Cooper. El doctor Cooper es el médico que pasó varios años perfeccionando el problema de aptitud física que usa en la actualidad la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, programa que se encuentra entre los más excelentes que se hayan desarrollado jamás, y que ha salvado muchas vidas. También es autor de los éxitos de librería titulados Aerobics y The New Aerobics. El doctor Cooper tuvo la amabilidad de aparecer conmigo en uno de mis programas de televisión.
    Decíamos que la clave del problema es el oxígeno. Cualquier actividad requiere energía lo que comemos constituye el combustible, y la llama es el oxígeno. 
    Pero ahora se perfila el problema. El cuerpo puede almacenar sustancias nutritivas, pero no puede almacenar oxígeno. Debe reponerse la provisión constantemente. Lo ideal es suplir todos los rincones con suficiente oxígeno -todas las zonas pequeñas, escondidas e infinitesimales del organismo en las cuales se almacena el alimento-, con el fin de que oxígeno y alimento se combinen para producir suficiente energía. 
    Esto es lo que separa a los hombres y a los niños, dice el doctor Cooper, ya que en ciertos cuerpos el mecanismo para llevar oxígeno es tan débil y limitado en sus recursos, que las demandas de energía sobrepasan la capacidad que tiene el cuerpo de producirla. La mayor parte de nosotros podemos producir suficiente energía como para estar sentados en una silla, pero cuando la actividad es más vigorosa, algunos no podemos soportarla. 
    Los síntomas clínicos que causan la inactividad son alarmantes. Cuerpo que no se usa, se deteriora. Los pulmones se vuelven ineficaces, el corazón se debilita, los vasos sanguíneos pierden su elasticidad, los músculos pierden su tono, y el cuerpo se debilita en forma general, con lo cual se vuelve susceptible contraer enfermedades. Literalmente, el sistema de transporte de oxígeno se encoge.
    Y desde luego si a la felonía de mantenerse inactivo usted le agrega el consumo de dos paquetes de cigarrillos por día y la costumbre de comer todo lo que se le pone por delante , entonces, dice el doctor Cooper, el único consejo que puedo darle es que no deje de pagar las cuotas de su seguro de vida, si es que hay alguna compañía que quiera arriesgarse a extenderle una póliza.

martes, 11 de agosto de 2015

4. ¿Trotar? ¿Yo? ¡Ni pensarlo! (1a parte)

4. ¿Trotar? ¿Yo? ¡Ni pensarlo! (1a parte)
George Vandeman
    Por todas partes hay hombres y mujeres que están corriendo por sus vidas.
 ¿Qué ha causado el susto? Demasiados hombres de negocios que se caen muertos. Demasiados ataques cardiacos, que no se limitan a personas de más de sesenta o setenta años, sino que descienden con rapidez alarmante hacia los de cincuenta, cuarenta y hasta de treinta años.
    Hay un número excesivo de personas que aparentemente se hallan en perfecto estado de salud, pero se sienten medio muertas.
    Posiblemente lo estén. El cuerpo humano puede dar señales de  que la enfermedad se presente. A veces todo lo que se necesita para causar otra víctima, es una chispa. Y es necesario hacer algo antes de que sea demasiado tarde. Si el lector cree que exagero, lea las columnas de los periódicos dedicadas a las defunciones -si se atreve. ¡Si tiene más de cuarenta años, va a pasar un gran susto!
    Sin embargo, la buena noticia es que, al mismo tiempo que los ataques al corazón y las embolias aumentan, también aumenta la gente que ha adoptado el hábito de trotar, como forma excelente de ejercicio. Y hasta ahora, el trote gana -cuando se le da la oportunidad.
    Dicen que todo el mundo trota. ¿Pero usted? ¿Usted, salir a desafiar el viento matinal, camisa afuera y codos al aire? ¿Usted? ¡Ni pensarlo!
    Pero la costumbre de trotar se esparce con gran rapidez. Hombres y mujeres que se sentían sin energía ni vitalidad contemplan cómo su mundo cobra vida a medida que se dedican a descubrir las delicias del trote. Encuentran que los individuos fisicamente ineptos adquieren aptitud física, que algunas de las señales del avance de la edad pueden desaparecer, que una vida hasta ahora aburridora puede convertirse en una aventura. Y latiendo a ritmo del nuevo paso se encuentra un corazón rejuvenecido. 
    Sí, la medicina preventiva esté llegando a la adultez. Y la costumbre de trotar -no como resultado de una moda pasajera, sino fundamentada en investigaciones médicas y experimentos serios, está ayudando a detener la ola de muertes prematuras.

    La inactividad, las piernas cansadas, los nervios estirados como cuerdas de violín, el consumo excesivo de alimentos y la falta de motivación -en resumen, un grado demasiado alto de civilización- casi habían ganado la batalla. Pero ahora hay por todas partes hombres y mujeres que se han dedicado a trotar, y que ven cómo disminuye en ellos la tensión, disminuye la presión sanguínea, dismunuye el pulso, disminuyen los niveles de colesterol en sangre, disminuye el peso, disminuye la fatiga, disminuyen los resfríos, disminuyen los ataques cardíacos y las embolias -y aumenta la alegría de vivir.
     Es evidente que deben haber acertado en algo.
     Ahora bien, no deseo que se me comprenda mal. No es necesario trotar. El trote no es la única forma de mejorar nuestra condición física. Algunas personas prefieren otras formas de ejercicio. Personalmente, me dedico a trotar todas las mañanas. Posiblemente por esto sea que le tengo un cariño especial a esa práctica.
    También el ciclismo es un ejercicio excelente. El doctor paul Dudley White, famoso especialista del corazón, dice: "Me gustaría hacer que todo el mundo usara bicicletas... No solamente de vez en cuando, sino en forma regular, como una costumbre. Ese sería un medio excelente de evitar las enfermedades del corazón".
    Y no nos olvidemos de la natación, porque es una de lasformas más agradables y divertidas de impedir la sutil erosión de nuestra energía.
    también las caminatas -a buen paso- son difíciles de superar. De hecho, ciertas autoridades las colocan en primer lugar. Desde luego, si han de ser efectivas, requieren más tiempo que las otras actividades.

lunes, 10 de agosto de 2015

3. Postrados por la Fatiga (4a Parte)

3. Postrados por la Fatiga (4a Parte)
George Vandeman

     Dediquémonos ahora a la mente. La depresión produce cansancio.  Es probable que más casos de fatiga se deban a la depresión que ninguna otra causa. Y la tristeza produce cansancio. La ansiedad también nos hace sentir cansados. El descontento, la desconfianza, las preocupaciones, el temor, el dolor, los problemas en el hogar- todo esto quebranta nuestra energía vital e invita no sólo fatiga sino también enfermedad y muerte.
    Por otra parte, la fuerza contagiosa del valor, la esperanza y la fe ayuda a promover la salud y prolonga la vida. Dijo el sabio: "El corazón alegre constituye buen remedio" (Proverbios 17:22).
     Nos causa sorpresa comprobar que la ira y el odio producen cansancio. Pero el amor renueva. El amor rejuvenece. El amor sana. Y todo el organismo siente el toque de una nueva vitalidad. Cierto escritor que merece toda mi confianza, declaró:
     "El amor que Cristo difunde por todo el ser es una fuerza vitalizadora. Todo órgano vital -el cerebro, el corazón, los nervios- sana a su toque. Por su intermediario se activan las más altas energías del ser. Libera el alma de culpa y tristeza, ansiedades y cuidados que aplastan las fuerzas vitales. Lo acompañan la serenidad y la calma. Implanta en el alma una energía que ningún elemento terrenal puede destruir".
    Jesús aconsejó: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". ¿Será entonces que estas palabras no son tanto un mandamiento como una receta? ¿Será entonces la alternativa: ama, o perece?
    Sí, la culpabilidad nos cansa. La culpa aplasta las fuerzas vitales. Desequilibra la mente. Más de una mente ha sido impulsada a la locura por las incisivas y repetidas acusaciones de la conciencia. La culpa, si es ignorada durante mucho tiempo, envenenará las fuentes de la vida. La culpabilidad puede ser mortal.
    Se muy bien que Sigmund Freud, a pesar de su calidad de pionero de las ciencias mentales, declaró en cierta ocasión que Dios había hecho un trabajo descuidado al hacer la conciencia. Vio por todas partes los efectos desoladores de la culpabilidad, y no comprendió. Procuró sanar la fiebre echando el termómetro a la basura. De la misma manera, muchos seguidores de Freud han procurado sanar la culpabilidad haciendo que el individuo ignore su conciencia, transformando ésta en un "chivo emisario" para las enfermedades de los hombres.
     Pero no es tan difícil deshacerse de la culpabilidad. No es posible aquietar la conciencia con tanta facilidad. El resultado de procurar hacerlo son graves conflictos interiores.

    La culpabilidad cansa. pero el Salvador declara: "Yo tampoco te condeno: anda y no peques más". Y este hecho modifica completamente el panorama.
    ¡Descanso! ¿Quién no lo necesita en los tiempos que corren? Y podemos obtenerlo. Nuestro Señor dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" ( S. Mateo 11:28-30).
     Amigo, creo sinceramente que esas palabras constituyen una receta que tiene poder para tocar y transformar todo problema físico, mental y espiritual que conozcan los seres humanos. Pueden parecer demasiado simples como para ser efectivas. Sin embargo, hasta ahora nunca han fallado.
    Quizás preguntarás: "Sr. Vandeman, deseo más que nada en el mundo obtener ese descanso y esa paz mental. ¿Cómo puedo lograrlos?"
      No es ni difícil ni profundo. Está el alcance de todo ser humano. Renuncie a toda tensión. Quite toda barrera.Y permita que el Salvador lo sane.
     Y Jesús así lo hará. Hasta en un mundo como éste podrás encontrar descanso. Gracias al poder perdonador, limpiador y sanador de Cristo, es posible vivir en una fortaleza de perfecta paz. Puedes colocar tu culpabilidad, tu egoísmo, tus temores y todo lo que agote tu mente, al pie de la cruz y puedes dejarlos allí para siempre. Hazlo poniéndote de rodillas, a solas, y contando a Jesús todo lo que te preocupa, con palabras sencillas, así como si hablaras con un amigo. el escuchará tu pedido y te proporcionará la paz que buscas.